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Compartir en Facebook Compartir en Twitter Compartir en LinkedINHasta no hace tanto tiempo la extracción de muelas y dientes era una labor que desempeñaban los barberos sacamuelas, un oficio que no se ajustaba estrictamente a la estética de las personas, en lo relativo al afeitado y corte de pelo, pues era común en los pueblos, donde la presencia médica era escasa o nula, que el barbero fuese el encargado de sacar dientes y muelas, poner ventosas y sanguijuelas y hasta curar fracturas, también participaba en los partos cuando surgía algún problema que la comadrona no podía subsanar.
Los barberos eran los dentistas durante gran parte de los siglos XVII y XVIII. Era el popular “sacamuelas”. Su negocio solía ser un punto de sociabilidad, donde la gente iba a hablar y donde el barbero, al estar permanentemente en contacto con personas, mantenía a todo el mundo enterado de las últimas noticias.
A la hora de elegir barbero para someterse a lo peor, era fundamental dirigirse a aquellos que exhibían al público las piezas dentarias que habían extraído a lo largo del tiempo. Cuántas más se mostraban, era garantía que ese barbero tenía buena mano.
El paciente procuraba prepararse para la ocasión, con recetas caseras. Desde buches con aguardiente hasta mascar tabaco o retener el humo del cigarro en la boca se creía que eran métodos eficaces para adormecer la zona dolorida. Porque las primeras aplicaciones de anestesia fueron recién en 1844 con óxido nitroso. El éter comenzaría a usarse en 1846 y el cloroformo al año siguiente.
Por mucho tiempo, los barberos usaron una bacía que podía ser de cerámica, de cobre o de hojalata, que se colocaba en el cuello del paciente, y era donde iba a parar el diente extraído y la sangre. En los tiempos en que el analfabetismo era alto, se colgaba una bacía en la puerta de la barbería, y rápidamente referenciaba que allí se hacían extracciones. La bacía fue popularizada por Miguel de Cervantes, que la hizo lucir en la cabeza de Don Quijote.
Cuando para los barberos las extracciones habían quedado en la historia, la bacía la usó el barbero para colocar la espuma de afeitar. Hoy es un objeto de colección.
Los remedios eran caseros. Para blanquear los dientes, recomendaban frotarlos con harina de cebada y sal. Para el dolor de muelas, se prescribía la cebolla mojada en aceite, vinagre y sal. Y cuando se tenía un diente agujereado, se lavaba con aguardiente y se tapaba el orificio con apio. Pero se recurrían a todas prácticas imaginables, que llegaron a introducir un fino hierro caliente en el orificio producido por las caries.
Que los dientes se piquen se lo atribuyó al aumento en el consumo de azúcar, y especialmente a los dulces y los pasteles que elaboraban las negras, que así se las ingeniaban para mantener comestibles a diversos alimentos.
A partir de 1810 aparecieron en la ciudad los primeros curadores dentales, y fue cuando empezó a desarrollarse la restauración dental. Cuando el individuo perdía alguno o varios de sus dientes, una solución era la colocación de postizos.Algunos utilizaban dientes de animales, y no de cadáveres, como hacían otros. El caso más paradigmático en la historia es el de George Washington, que confeccionaban sus dentaduras postizas (a los 20 años le quedaba un solo diente) con dientes de esclavos.
Este tradicional poste de barbería tiene su origen en la Edad media.
En esa época, el trabajo del barbero no se limitaba a rasurar barbas y cortar cabellos. También realizaban extracciones dentales, llevaban a cabo sangrías y realizaban cirugías de poca envergadura.
Durante las sangrías, los pacientes sujetaban un poste para facilitar la salida de la sangre, que fluía por el palo hasta una palangana situada en la base. Y al terminar su trabajo los barberos enrollaban las gasas ensangrentadas en los postes para ponerlas a secar.
Y lo hacían de manera ostentosa para anunciar su actividad. Así, la población, en su mayoría analfabeta, al ver los postes blancos con esas bandas rojas enrolladas de esa manera, sabían que había un cirujano barbero.
El color azul apareció mas tarde.
En 1745 en Inglaterra hubo una escisión en el Venerable Gremio de Barberos (fundado en 1308) creándose la Sociedad de Cirujanos, que acabó por convertirse en 1800 en el Real Colegio de Cirujanos.
Así se separaron ambas profesiones. Y para distinguirse unos de otros se acordó utilizar el blanco y el rojo para el símbolo del recién creado Colegio de Cirujanos, y añadir el color azul al de los barberos.
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